jueves, 13 de agosto de 2015

Pericarditis constrictiva

12 de agosto,  Agp.

Los aeropuertos son lugares donde el tiempo no pasa, donde no somos nadie. La cualidad de ser lugar de tránsito nos convierte, recíprocamente, en seres transitables por la utopía.

Pero, cuando pasa más tiempo del recomendado fuera de la identidad física, al sentimiento de frugal libertad le sigue el de nostalgia ineluctable del yo.

Sentir que quiero recorrer todos los caminos de vuelta a casa; sentir el tiempo pesado que gotea segundos rutinarios cual tortura china; sentir la presencia quieta de mi gato, la cualidad de poder ser, sea quién fuere.

No podemos no ser indefinidamente o esa inmortalidad se difumina en olvido, en sombra. En el caso de ausencia del yo el motivo que nos liberaba, o liberador, también se olvida y le sigue sensación de estar perdido, consecuente amnesia corpórea. Sientes a cambio (porque de ninguna otra manera puede ser algo que no sea latido, pulsión, volunto) leves atisbos de Yo que te indican el camino.

Es sin duda una experiencia fisiológicamente recomendable, siempre con moderación y bajo la atenta mirada de un profesional.


Lo mismo ocurre con el amor.

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