lunes, 11 de mayo de 2015

Distancias cortas

Todos los cargadores de móviles olvidados,
las bragas perdidas en la separación de bienes,
los segundos goteando  al otro lado del teléfono
esperando que respondas, impasible al olvido y la distancia

Justificando voluntos a golpe de horóscopo
tomando decisiones ante circunstancias, tuyas, mías, nuestras:
no es por ti, es por mi, que soy alérgica a los gatos
no me gusta el queso,
tengo que irme a trabajar;

este éxodo que ha sido más emocional que rural,
independientemente de los kilómetros, de los kilos,
de las palmeras de chocolate o las botellas de vino.

Un Kitkat de diez años
de noches reversibles que te avalan
yo que todavía me pongo roja cuando dices que me enseñas tu vestido
y a mí que se me mezclan los verbos que te quiero quitar.

Cada vez que haces la cama y no es tu cama
las ganas que se funden con el miedo
(el drama del cepillo de dientes de la noche de después)
en una amalgama que solo puede llamarse vida.

Y la conclusión, es que todo el dolor y toda la prisa
solamente merecen la pena ahora, como un enigma ineluctable,
donde solo vale estar en el sitio adecuado en el momento oportuno
disparar el último cartucho de esta ruleta rusa

y que revolver sea todo lo que se pasa entre las sábanas.


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