martes, 4 de junio de 2013

La mala vida

Aumenta considerablemente la esperanza debida. Y pierdo, desconsideradamente, el tiempo que me queda en echarte de menos cuando estás. Y cuando no estás, que no te tengo, disfruto concienzudamente tu nostalgia.

Tendré tantos años, décadas cotizadas de suspiros malversados para desaprovecharte, que ahora que no te tengo debo disfrutarte con una locura y una pasión, que si acaso no son lo mismo, acabarán por serlo.

Ya habrá momentos, ya, para mirarnos como si no nos conociéramos o no quedara ya nada que ver. Ya desataré la prisa y la angustia de la rutina malpagada.

Un día, un buen día, veré acercarse a la muerte. Más que verla, la oleré. Y volveré a sentirme como con veinte años echándote de menos cuando no estés.


La buena vida.



Para esperanzas de vida carentes de erratas, remítase a cualquier otro momento, a cualquier otro color que aquí nos falta el arte taumatúrgico del amor, que todavía se nos resiste. 

1 comentario:

  1. Otra vez. Siempre que me asomo a ti me descubres un paisaje interior, a modo de ventana, de voz interior, de baliza certera que alumbra sólo lo que quiero ver.

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