Se acelera el pulso, terminará a golpe de mesa, sonido
sordo, ejercicio de contención.
Siento que
todas las historias que me constituyen
son pequeños
hitos que solo pretendían incrementar mi sensibilidad para
que, cuando llegaras, única, no pasaras inadvertida.
Sensibilidad
selectiva. Mística.
Todas las
velas se consumen, se acentúan los sentidos,
los segundos
sentidos ante la duda
¿golpe de suerte?
Términos acuñados
para justificar lo indefinible, infinitos
suerte, karma,
justicia, voluntad.
¿Qué estamos haciendo?
El nombre,
siempre secreto;
una fecha;
el uso sincero de la lengua;
la falta de
fe
Como si yo
fuera el recipiente de un cumulo de pistas,
cirro desproporcionado,
estratos sedimentados que te claman.
Gracias,
cualquier tiempo pasado, acaso de haber sido mejor,
devenido en
curvas peligrosas en el borde de la cama, sueño
de una noche de verano donde faltan mantas.
Ahora,
bárbara, llegas sin piedad.
Te absuelve
la historia
la pasión se
desbrújula
la razón se subvierte a cualquier tipo de pretexto.
Encontrarte
explica lo que toda la poesía
no ha sabido conjugar, nunca quedará inane.
Si perderse
es el precio (barcos, aviones, autobuses a la periferia a de dios sabe qué
topos),
si salvar la
distancia era la única salida intocable ¿cómo hablar de Itaca?
Nunca más seré isla.
Aquí
empieza la historia.
Y es que parece ser que entonces Ítaca es nuestra historia
ResponderEliminaruna pasión que se desbrújula
cada vez mejor escrito, como siempre gracias, amiga, como siempre, breve y reveladora