martes, 4 de marzo de 2014

A bozas

Dime a qué jugamos,
si a la promesa de un amor eterno
o a la efusividad de una pasión soluble

Dime que nos encontramos,
una y otra vez,
para sacarnos los cuartos
y no para romper los quicios de nadie

Dime que nuestras mentiras,
si es que las hay,
empiezan por nosotras mismas, 
se apiadan de nuestros miedos,
y acaban por el cielo raso al que no aspiramos

Respiramos la cotidianidad,
y la culpa queda diluida en el café de por la mañana

Libre de palabras,
esta vez ellas  no nos rescatarán,
enganchada a cualquier motivo
para continuar en la cama un rato más si me lo pides;


Dímelo, dímelo a bozas, bajito. 

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