Pensar que nuestra libertad radica en nuestra
capacidad de elección es un error. Un error de principiantes. Así solo somos
responsables de nuestras decisiones, con la consecuente culpa, cuando las
opciones siempre están acotadas. La ley de dependencia debería aplicarse al
fatídico acontecer, a un frugal destino, a una fútil contingencia.
En cualquier caso, mañana será problema de
otro.
¿y si no existe lo fatídico? ¿Y si lo contingente es la medida de todas las cosas? ¿Y si todo se midiera con el líquido, el humo, las palabras? ¿y si la gracia de estar vivo consistiera en estar y no en ser? ¿y si fuésemos capaces de revivir esa dolorosa emoción que de niños, de adolescentes, nos golpeaba los veranos sin saber que la persona que nos gustaba estaría o no en la plaza?
ResponderEliminar¿y si fluir es mecerse eligiendo las corrientes adecuadas? ¿y si la libertad es tan sólo otra forma de nombrar al amor?