Te prometo
que
volveré a llorar,
no sé
ni cuándo
ni cómo
ni cual
será la mano que saque
la
espada o la espina que no me deja llegar.
Pero no
te puedo prometer
que no
me vaya a resistir,
a
intentar huir
una y
otra vez de aquello
ante lo
que necesito rendirme.
No entenderás,
porque
mis formas son poco indicativas,
soy más
de subjuntivo y de omisión,
de
salir corriendo,
de
bombas de humo, de sí pero no,
de
piedras y pedradas a tejados ajenos y propios.
Por tanto,
aquí ni maña ni fuerza,
la
piedra eres tanto tú como yo.
Esta
vez no habrá tracción ni pulsión,
solo
atracción e impulso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario