Me he
dado cuenta de que ya no busco un amor;
hoy
busco una compañera, una que quiera recorrer el mundo
con la
sonrisa al alza
y
empaparnos de la cadencia de un acento argentino,
aprender
ciudades y sentir el frío en agosto en el cono sur,
paliar
los miedos de verano junto a algún idioma
que no
entendamos ni ella ni yo,
recitarnos versos de Peri Rossi
de los que no dejan impasible a ninguna mano
comernos
la vida salpicándonos la humedad en la isla de Cuba,
buscando
mis raíces y preguntándonos cómo sea posible un mundo mejor.
Emborracharnos
de las drogas más oscuras
pasión
torrencial, deseo impronunciable,
palabras
que ni ella ni yo podamos aprehender
y que
se nos escapen los años los besos
el aura
entre
estaciones de trenes y barcos.
La espera
por ese amor civilizado terminó
cuando
pensé que si todos los verbos están en pretérito perfecto simple
mañana
no habrá nada por lo que soñar.
Joder
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