En los
días fríos de noviembre,
cuando
se queda entre los labios
la
textura agridulce de la distancia,
se me
encienden las ganas de llenarte la vida,
de
llenarte una vida.
Un día
me voy
a acercar por detrás
y te
voy a decir al oído
todo lo
que no me atrevo a decirte a la cara.
Y ese día,
en ese
preciso instante,
sabrás
que no hay más distancia que la que queda
entre
dos pieles que se funden.
Mientras,
esta
noche,
te
dedico todos los errores
que no
he sido capaz de cometer
y que
te esperan cada día un poco menos.
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