Hace tiempo sentí que había encontrado la cualidad que me convertía, propiamente, en un ser humano, lo que me diferenciaba de cualquier animalidad: la superación de la racionalidad, atributo propio del ser humano, por una irracionalidad a la que me abocaba deliberadamente.
El fallo fue no pensarlo en inglés, porque en presente continuo me habría percatado de que no podía durar para siempre.
La individualidad genera universos en las esquinas y en los pliegues de la piel.
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