lunes, 14 de julio de 2014

Mi lengua propia


Terrible, fue terrible.
Porque en el amor las medias tibias, no existen.

No te voy a engañar,
podría decirte que no me he enamorado;
que sí, que me encanta el cine iraní,
que prefiero que te vayas a dormir a tu casa.
Podría disfrazar de cualquier pretexto
todas nuestras tardes de café,
las llamadas a deshora.

E insisto, todo esto es una cuestión de distancias.

Pensé que tenerte tan cerca sin tocarte sería inocuo,
porque lo más terrible de lo fatal del amor es cuando te atransviesa,
fulminándote.

Pero este paralelismo constante,
visto en modo macro, nos mantiene la tensión superficial,
la distancia de seguridad;
en cambio, si lo ves con una perspectiva lejana,
como la del tiempo,
nos cuenta que hemos permanecido piel a piel,
cortándonos los días y las noches.

Y es que en la cama,
codo a codo, piel a piel,
nunca somos ni siquiera dos.

Terrible, fue terrible.

A ver quién nos salva ahora.


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