Nos han
tapiado la puerta a nuestro santuario,
no hay
oscuro agujero de la salvación
ni posibilidad
ninguna de expiar nuestros pecados.
El perdón
escapó a nuestro encuentro
y la
esperanza, si es que la hubo,
ha
quedado tras sus muros;
aguardará
una nueva oportunidad,
ineluctable,
aunque
la única salida que exista sea el olvido.
Respecto
al deseo y a la pasión,
sórdidos
voluntos ante tanto drama,
el alma
se los guarda, como tantas otras cosas,
para
otro momento
por si
se ofrecen; acaso se tercie que mi voluntad
no sea
tan fuerte como la tuya.
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