martes, 8 de octubre de 2013

Alhambra 1925


Te regalo la ciudad, a tus pies,
aunque sea el amor de mi vida.

La mujer que más veces he recorrido,
y qué más me ha desnudado,
tiene curvas de piedra
y los muros calientes;
no me ha dejado impasible ni una noche
y me ha vestido de frío y de asfixia
cada vez que me marcho.

Yo te la ofrezco,
siendo tú parte de ella;
ya no tiene sentido amarla sin tu mirada de asombro,
bajo la que se desmoronan almenas y surtidores.

Ahora quedan los restos de dos entes,
ella y yo, desterradas por tu ausencia.

Me entrego a sus calles a deshora
para deshacerla en nuevos encuentros,
que me cuenten otros secretos las fuentes
que me marque otras rutas la luna
que me seduzcan otras mujeres por cualquier Carmen
y me roben los besos con la batalla ganada de antemano.

Me regalo
para que deje de tener sabor a definitivo cada momento vivido
y para que ella, si puede, también te deje ir
y no repita tu nombre a cada vuelta de esquina.

Dime algo bonito.

La Alhambra en tu ventana,
a la que cada noche me llevo a la boca
para olvidarme de ti,

1925 veces cada noche. 


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