viernes, 26 de abril de 2013

In albis


En el amor no sé si ser itinerante es bueno o malo.

Me imagino dándome a unos brazos despreocupados que me juren ser el amor de mi vida esta noche. Y mañana ya veremos. Lo imagino y me retuerzo de placer, como si el único modo de hacer el amor fuera sin amor. Sin el miedo al fracaso, sin promesas, sin preguntas. Hacer el amor tácitamente, sin que sea amor es el único modo que se me ocurre de hacerlo. Y el horror me bloquea.

-          ¿Pero aún siente algo tus labios?
-          Imagina que has perdido la sensibilidad en una mano, tus ojos siguen experimentando la visión de las caricias.

La búsqueda constante de la pregunta desvirtúa cada posible respuesta. No puedo parar el tiempo, no lo puedo alterar salvo con cada acto inconsciente de la voluntad (que todas sabemos que es dueña y señora de lo que llamamos designios divinos).

-          ¿Qué buscas?
-          Pues no sé si ser itinerante, si dejar de serlo, si todo esto tiene algún sentido, dónde será que perdí el norte. Ponme el punto sobre la I. Y hagas lo que hagas, pase lo que pase, por Dios, no me dejes pensar a mi. 

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