En el
amor no sé si ser itinerante es bueno o malo.
Me imagino
dándome a unos brazos despreocupados que me juren ser el amor de mi vida esta
noche. Y mañana ya veremos. Lo imagino y me retuerzo de placer, como si el único
modo de hacer el amor fuera sin amor. Sin el miedo al fracaso, sin promesas,
sin preguntas. Hacer el amor tácitamente, sin que sea amor es el único modo que
se me ocurre de hacerlo. Y el horror me bloquea.
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¿Pero aún siente algo tus labios?
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Imagina que has perdido la sensibilidad en una mano, tus ojos siguen
experimentando la visión de las caricias.
La búsqueda
constante de la pregunta desvirtúa cada posible respuesta. No puedo parar el
tiempo, no lo puedo alterar salvo con cada acto inconsciente de la voluntad (que
todas sabemos que es dueña y señora de lo que llamamos designios divinos).
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¿Qué buscas?
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Pues no sé si ser itinerante, si dejar de serlo, si todo esto tiene
algún sentido, dónde será que perdí el norte. Ponme el punto sobre la I. Y
hagas lo que hagas, pase lo que pase, por Dios, no me dejes pensar a mi.
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