No hay
camino más largo
que el
que uno no quiere recorrer.
Y puede
ser la misma distancia
de tu
boca a la mía
que de
mi mano a tu falda,
y que
los adoquines de la calle San Antón
se
conviertan en un laberinto del que no sepa salir.
Es que,
igual de esos pasos torpes de camino a casa, las extremidades superiores andan
con la misma desidia de no querer salir de la calle que deshaces.
Todo es
tan confuso,
que te
diría que no hay pasión más fatal
que lo
irresistible que se vuelve todo
cuando
me tropiezo con tu olor
y veo
que no hay futuro más fatuo
que
saber que no sé esperar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario