miércoles, 17 de octubre de 2012

Octubre




No hay camino más largo
que el que uno no quiere recorrer.
Y puede ser la misma distancia
de tu boca a la mía
que de mi mano a tu falda,
y que los adoquines de la calle San Antón
se conviertan en un laberinto del que no sepa salir.

Es que, igual de esos pasos torpes de camino a casa, las extremidades superiores andan con la misma desidia de no querer salir de la calle que deshaces.

Todo es tan confuso,
que te diría que no hay pasión más fatal
que lo irresistible que se vuelve todo
cuando me tropiezo con tu olor
y veo que no hay futuro más fatuo
que saber que no sé esperar. 

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