martes, 5 de junio de 2012

Don de fluir o El ejercito

A lo largo de la historia se han dado un par de sucesos sospechosos. Cuando eso sucede, en vista de qué la lógica no responde la cuestión, se busca otra alternativa. Pongo un ejemplo, cuando los hombres se dieron cuenta de que no todos hablaban el mismo idioma. Ciertamente, resulta inquietante, por mucho que los filólogos le busquen explicación. Y que aún, años ha, haya un resquicio sin explicar, dan ganas de volver al mitos.

Por eso trato de justificar según que cosas con hipótesis ya aceptadas, tiro de lo poco que sé de química, de la atracción fatal entre las mareas y la luna, de la dialéctica de la historia. Y me reitero. Y concluyo que, de algún modo, la belleza se encuentra entre dos parámetros, aparentemente irreconciliables, entre esa lógica y un montón de supersticiones. Justo ahí, en ese resquicio, está el asombro.


Fdo. Una roca metamórfica.



Nota: Mientras escribía esto una galleta murió ahogada en el café.

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